EL JOVEN IRUÑÉS SERGIO SALDAÑA RELATA CÓMO CONVIVE CON UNA ENFERMEDAD QUE LE HACE OSCILAR ENTRE LA EUFORIA Y LA DEPRESIÓN DE UNA MANERA SALVAJE

15864377_32145_1A los 18 años recibió un diagnóstico que le cambió la vida, pero Sergio Saldaña relata con naturalidad su historia de superación y convivencia con una patología que hace oscilar su estado de ánimo entre la euforia y la depresión. Sergio cree que se puede, e incluso se debe, aprender a disfrutar de la vida teniendo trastorno bipolar, aunque él prefiera llamarla la enfermedad de los afectos, «me parece una forma más amable de denominarla. Al final, es un trastorno de los estados de ánimo», explica este joven iruindarra.

Siempre ha contado su experiencia sin pudores. Ha estado internado tres veces y no lo oculta. «Porque en una ciudad tan pequeña como esta -es de Iruñea- las cosas se acaban sabiendo. Contarlo me ayuda y así la gente que tengo cerca no se monta películas». Sin embargo, entiende a los que no salen del armario y no se atreven a hacer público el diagnóstico. «La gente tiene miedo al estigma. Yo suelo decir que es parte del juego. Te dan el diagnóstico, elementos para jugar el partido y luego es cosa tuya», dice cargado de optimismo, a la par que realismo.

No en vano, el trastorno bipolar está considerado como un trastorno mental grave. «La OMS dice que hay dos enfermedades graves, una es la esquizofrenia y otra, el trastorno bipolar. Y punto redondo. Desde que se me diagnosticó se me puso un medicamento que se llama carbonato de litio y eso tomo. Ayuda pero no es la panacea. Son atenuantes, aplacadores porque no evita en ningún modo padecer crisis», dice admitiendo que la farmacopea le estabiliza. Pero las crisis son inevitables. «Ahí estamos, trabajándolas. El objetivo es pillarlas lo antes posible. Aunque son bastante cabronas, avisan, dan señales. En mi caso, si me voy arriba, a un estadio de euforia mayúscula, voy dejando de dormir, no tengo esa necesidad, hablo mucho, tengo pensamientos desordenados y muy rápidos, estoy irritable. Para no llegar tan lejos, después de tirarme dos días y dos noches sin dormir, ya tengo algunas pistas y tengo que tomar medidas, ir al loquero o lo que sea». Lo dice un tío con pareja y un bebé de ocho meses, Amets.

EUFORIA Y LUEGO DEPRESIÓN

«En un estado de crisis me vengo arriba y suelo estar eufórico más o menos tiempo, dependiendo de lo pronto que me haya dado cuenta, de la voluntad o del momento. En mi historia, después de la euforia, encadeno una depresión exógena; es un rebote, consecuencia de la sensación de pérdida que tengo». Porque es entonces cuando una vez más su enfermedad toca a su puerta para tocarle también las narices.

El objetivo de este licenciado en Ingeniería Técnica Agrícola, que actualmente trabaja como bibliotecario en el barrio de la Rochapea, es servir de apoyo a aquellas personas que atraviesan una situación como la suya y sensibilizar a la sociedad, rompiendo mitos y tabúes. Por eso, mantiene encuentros con personas que padecen su mismo problema. «Me enseñan sus trucos para evitar crisis, sus modos de tratar con la familia, con el entorno, que no dejan de ser recursos que vamos aprendiendo por ensayo y error, a base de equivocarnos». «Pero no hay un manual de cómo funcionar con un trastorno bipolar», comenta.

Se lo toma con relativo humor y declara que «aunque tenga trastorno bipolar no soy ningún perro verde». «Somos gente que nuestro día a día es relativamente normal, aunque odio esa palabra. Igual tenemos más capacidad que las personas que no tienen ese diagnóstico para reírnos de nosotros mismos. El que hayamos hecho muchas capulladasy hayamos estado al límite te ayuda a relativizar un poco y decir pues bueno, si ya estoy pagando la factura», bromea.

BIPOLAR VS. VIOLENTO

Sergio confiesa que no le molesta la relación casi directa que, ante un suceso trágico, establecen los medios de comunicación entre la enfermedad mental y la violencia que asocian con la agresividad. «Los medios de comunicación buscan la noticia y eso es noticia. Al principio, me exasperaba, me sentaba muy mal. Luego, miras el siguiente suceso y miras si esa persona que ha matado a toda su familia, además de trastorno bipolar, tendría una prótesis en la cadera o un cáncer, es un decir, y eso sin embargo no lo nombran. Lo veo como una imperfección en el mensaje y ya está. Y no voy de condescendiente».

Y eso que Saldaña admite sin matices su agresividad. «Yo soy un tío agresivo desde que tengo uso de razón. Y puedo encabezar los titulares de cualquier periódico por el motivo que sea. La agresividad, la ira y la violencia están en el ser humano, la clave está en canalizarlo y hacerlo de la mejor manera posible».

Atrapado en su problema escribió un blog y un libro para canalizar esos impulsos. Y es que esa máxima de visibilizar, le ha llevado a crear el blog Tengo trastorno bipolar y a publicar un libro (Editorial Círculo Rojo) con el mismo título. «Es una manera de canalizar la agresividad pero también la tristeza. Escribir sobre mi vida fue un trago difícil pero también una manera de recopilar, de plasmar y de seleccionar vivencias y también anécdotas para reírme de mi mismo», señala.

A Sergio le hubiera gustado ser más mayor cuando le diagnosticaron su patología. «Con madurez, con una personalidad ya creada, con vivencias y experiencias para abordarlo de otra forma». Aunque reconoce que «los diagnósticos tardíos son la cara B porque ya tenemos muchas rarezas, somos muy soberanos y es muy difícil que te digan cómo debes actuar o qué debes cambiar».

El lado dramático de algunas series tampoco le sirve. «Porque el resto de las personas que vivimos la vida cotidiana también estamos ahí. Igual no somos protagonistas pero seguimos participando, arrimando el hombro y peleando cuando toca», resuelve.

Fuente: deia.com

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