Esas mismas compras que tanto placer causan en algún momento pueden convertirse en un verdadero problema si la persona atraviesa situaciones personales que no puede resolver y canaliza sus emociones a través del consumo. La sociedad promociona el consumo, pero existe una línea entre las necesidades, los gustos y placeres y las adicciones.
Tanto en relación con los comportamientos como con las sustancias, existen distintas etapas del consumo: uso, abuso y adicción. “Quienes atraviesan por la adicción son un porcentaje menor que quienes abusan –de las compras, en este caso–”, explica Jorge Cáceres, presidente del Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba. “Se suele decir que existen personas que consumen compulsivamente, ya que hacen compras que no resultan necesarias, pero el modelo imperante nos impone a todos a comprar y consumir, y existe toda una parafernalia de publicidades que nos impulsa a eso. El abuso podría involucrar a quienes realizan compras excediendo los ingresos o las posibilidades de pago que poseen”, añade. Y completa: “El paso a una adicción tiene que cumplir con requisitos específicos, síndrome de abstinencia, que las mismas ya no se realizan por placer o imposiciones sociales, llámese moda o reafirmaciones de identidad, y características que deben definirse caso por caso”.
La sensación de gratificación o compensación por hacer compras cuando se atraviesa por un mal momento anímico no está relacionada con la clase social o los ingresos. Lo que puede variar es el lugar elegido para efectuar la compra, pero la compulsión es la misma.
Generalmente, esta compulsión no es advertida en forma temprana por el entorno. Y, si no se lo asume como una enfermedad, el problema no existe. Se trata de una patología invisible, pero que –en algún punto– no difiere de otras adicciones y, por lo general, va acompañada de otros síntomas igualmente atendibles.
“Dentro de la psicología, el estudio de la conducta y el comportamiento humano aportó elementos singulares para entender las adicciones. Por ejemplo, aprendimos que todo comportamiento humano que es reforzado (vía algún tipo de recompensa) tiende a repetirse. He aquí uno de los mecanismos centrales de las conductas adictivas”, afirma Mariano Carrizo, coordinador terapéutico del centro de prevención y tratamiento de los consumos problemáticos de drogas Programa del Sol y docente de la Facultad de Psicología de la UNC. Añade que existe un campo específico de investigación de las denominadas “adicciones comportamentales” o “adicciones sin sustancias”, como los trastornos de la salud mental vinculados, por ejemplo, al uso compulsivo de las tecnologías, Internet, trabajo y, con mucha relevancia, los juegos de azar (denominado “ludopatía”). Describe que los parámetros diagnósticos que se utilizan para determinar s i este tipo de conductas tienen que ver con un problema de salud mental son equivalentes a los utilizados para valorar los trastornos asociados al consumo de drogas: que la persona pierda control sobre la conducta (lo cual puede verse en sus intentos infructuosos de cesar), que la conducta interfiera en forma significativa en su vida cotidiana o que genere deterioros significativos en distintas áreas de su vida (educación, trabajo, relaciones familiares) o que acarreen proble mas legales y/o económicos.
Los modelos sociales imponen este tipo de conducta a las mujeres, pero lo patológico no tiene género, dice Carrizo.
Es posible que una conducta patológica en relación con el consumo esté acompañada por otras adicciones. Hay quienes sostienen que suele ir de la mano, principalmente, con la depresión y la ansiedad.
Carrizo considera importante dar un marco ético y científico a la discusión y evitar así patologizar todas las conductas: no todas las personas que manifiestan conductas impulsivas vinculados con el consumo deben ser definidas como “adictos a las compras”. “Asumir, en el plano de la prevención, la investigación, o el tratamiento, que una conducta reúne las características de un trastorno adictivo implica un trabajo serio de análisis y diagnóstico situacional que requiere competencias y saberes específicos”, advierte.
Relevamiento
Según un estudio de la consultora Carrier y Asociados, el 45% de los varones argentinos usuarios de Internet hace compras on line, mientras que ese porcentaje se reduce al 35% en el caso de las mujeres. Está relacionado con lo que más se adquiere: aparatos electrónicos.
Fuente:lavoz.com