• Es fácil volverse adicto al sexo, porque es placer y reduce la ansiedad.
  • Esto puede ser reflejo de una educación sexual enfocada hacia lo negativo.
  • La psicoterapia consiste en tratar al adicto de manera individual para detener las conductas, controlar los impulsos y cambiar los hábitos.
  • Así aprende a disfrutar de su sexualidad sin caer en conductas compulsivas.

1533-620-282La dependencia del sexo es un hecho cada vez más frecuente en nuestra sociedad. No es una moda, sino el reflejo de la facilidad con la que se tiene acceso a gran diversidad de contenido erótico, porque esta sociedad fabrica y vende deseos. Así acaba llegando la adicción al sexo.

El psicólogo Roberto Sanz, miembro del Colegio de Psicólogos de Madrid, recuerda que una adicción «es la pérdida de control o la incapacidad que tiene una persona para frenarse de hacer algo. A la larga, ese algo le trae consecuencias negativas». Hablando de sexo, el especialista asegura que es muy fácil volverse adicto, pues representa placer y genera una reducción importante de la ansiedad, la cual puede ser reflejo de una educación sexual enfocada hacia lo negativo.


«Mucha gente crece con una inadecuada educación sexual y cuando se inicia en el sexo, mezcla su ansiedad con el tabú», explica. A eso se le suma que la publicidad y los medios de comunicación utilizan la sensualidad como gancho para atraer audiencia y que, gracias al Internet, se tiene acceso inmediato a la pornografía: «La sociedad en la que vivimos fabrica muchos deseos con la publicidad o los medios de comunicación. La gente se ve rodeada de estímulos».

Por otra parte, la necesidad de afecto también es motivo para que las personas busquen confort en el sexo, como señala el psicoterapeuta, Fernando Botana, director del centro contra las adicciones Sinadic: «El sexo es un contacto que, por sus signos placenteros, se puede confundir con lo afectivo. La persona encuentra eso que no encuentra en la vida ordinaria».

La adicción sexual se da principalmente en hombres y puede ir desde realizar llamadas a líneas eróticas constantemente en un día, hasta a buscar una prostituta cada media hora, situaciones que afectan la vida cotidiana del adicto gradualmente. En principio, la persona lo consigue mezclar con su rutina, sin embargo, mientras más se adentra al vicio, más difícil le será realizar un balance.

«Ver porno o masturbarse son actividades que en principio, se pueden hacer en 15 o 20 minutos. La persona sigue con su vida absolutamente normal, hasta que empieza a desaparecer cada vez más seguido para hacer sus cosas y entonces su vida se ve afectada», comenta el psicólogo, Roberto Sanz.

No hay que llegar al extremo para pedir ayuda

En el libro S = EX² del escritor Pere Estupinyà, se narra el caso de Joe, un adicto que llegó a buscar ayuda luego de gastar todo su dinero en prostitutas y con una lesión en la muñeca de tanto masturbarse. «No es extraño encontrar hombres que se masturban más de diez veces al día. Joe nunca está satisfecho. Termina con una prostituta y a la media hora está buscando sexo de nuevo», detalla el autor de la obra que aborda, entre otros temas, los factores que desencadenan esta dependencia.

Estupinyà consultó al psiquiatra Richard Krueger y a la terapeuta Meg Kaplan, expertos en hipersexualidad de la Universidad de Columbia, quienes aseguran que cualquier deseo no satisfecho puede convertirse en obsesión hasta llegar a ese punto. En el caso del libro, Joe acudió a terapia cuando sintió que tocó fondo, pero el fondo no es el mismo para todos.

Según explica el psicoterapeuta Fernando Botana, llegar al punto de pedir ayuda varía en cada caso, pues depende de la carga moral que tenga, así como de cuán dañada se haya visto su rutina. «Muchos llegan cuando ya les impide vivir, cuando han perdido el trabajo por estar más pendientes de sus costumbres sexuales o cuando la pareja se ha dado cuenta de ellas y los han dejado o han amenazado con dejarlos», señala el experto.

La psicoterapia consiste en tratar al adicto de manera individual para detener las conductas, controlar los impulsos y cambiar los hábitos. A diferencia de otras adicciones, en ésta no se le puede alejar por completo al enfermo, pues tiene que aprender a disfrutar de su sexualidad de manera sana y sin sucumbir a sus conductas compulsivas.
«Tienen que mantener un nivel de prácticas sexuales y de deseo. Eso se logra con nueva educación sexual aparte del control de impulsos. No sólo es que la persona tenga una vida sexual, sino que tenga una vida sexual lo suficientemente satisfactoria para que no tenga que volver a sus conductas», subraya el psicólogo, Roberto Sanz. Eso se consigue sólo con tiempo pues según los expertos, el adicto debe acudir a terapia incluso años después de detectado el problema.

Fuente:20minutos.es

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